Estrés, ansiedad, miedo, tristeza, depresión, agotamiento emocional…¿Quién no lo ha sentido en algún momento de la cuarentena? La crisis ha alterado nuestra vida cotidiana a todos los niveles y supone un desafío para la salud mental. Sanitarios al límite, fallecimientos sin despedidas, cuidar y trabajar al mismo tiempo, gente que se ha quedado sin ingresos o que está desbordada por el encierro o la soledad… Muchas personas se sobrepondrán, pero otras tendrán efectos prolongados. ¿Cómo asumirá España la factura emocional de la pandemia?

La conclusión de los expertos es que difícilmente puede la red pública de salud mental hacerse cargo del impacto con los recursos actuales. Los últimos datos revelan que en nuestro país hay seis profesionales por cada 100.000 habitantes, tres veces menos que la media de Europa, que está en 18. La escasez, estructural y denunciada por los propios psicólogos de forma constante, acaba convirtiendo la atención psicológica en algo que depende de la capacidad económica de la población.

Según un informe del Defensor del Pueblo, que actualizó las cifras en enero, en el sistema público las demoras entre consulta y consulta pueden llegar a alcanzar los tres meses. El organismo pone el foco en las diferencias entre comunidades y señala que, mientras algunas como Madrid o Canarias han doblado el número de profesionales en una década, otras como Aragón o Catalunya apenas lo han hecho. En ningún caso, sin embargo, es suficiente, zanja el Defensor, que insta a la Administración a incrementar el servicio de forma «urgente».

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