Durante muchos años la única imagen que se tenía de las residencias de mayores era la de un edificio frío y sin personalidad en el que ancianos sin familias pasaban los últimos años de sus vidas. Los asilos de beneficencia se usaban como “modelos mentales” para pensar en algo que realmente es totalmente diferente y además, ha mejorado mucho en los últimos años.

Parece mentira que puedan existir tanta concepciones erróneas sobre las residencias de mayores. La residencia es la mejor opción para aproximadamente un 5% de personas mayores por lo que, la gran mayoría nunca vivirá en ninguna. Los que lo hagan encontrarán un espacio adaptado, y que intenta cada vez más parecerse a un hogar, un equipo de profesionales y un sistema de trabajo profesional.

Aquí hay algunas ideas erróneas sobre residencias de mayores que deberíamos ir desterrando:

Si no puedo cuidar de mí mismo en casa, una residencia es la única opción

La verdad es que hoy en día, hay muchas opciones para ayudar a las personas mayores para que puedan quedarse en su casa. Éstas van desde ayuda a domicilio, que incluye apoyo con las compras o el lavado de su ropa así como el acompañamiento fuera de casa para hacer gestiones o visitas médicas.

Si las opciones de cuidado en el hogar ya no son factibles. Dependiendo del caso, la persona mayor podría considerar ir a vivir a una vivienda con servicios, también conocidas como apartamentos tutelados. La verdad es que existen pocos establecimientos de este tipo y no están bien distribuidos por lo que es una opción que en muchos casos no se podrá ni tener en cuenta.

Las residencias geriátricas son para las personas cuyas familias no se preocupan por ellos

Muchas personas creen firmemente que es deber de la familia cuidar a los «ancianos de casa». Sin embargo, en el mundo actual las familias son más reducidas, viven alejadas entre sí y ven como los mayores cada vez viven más años y, en muchos casos, con un estado de salud delicado que obliga a recibir atenciones. Eso complica el cuidar «en familia» y hace que puedan aparecer conflictos debido a que “lo que se cree que se debería hacer” y “lo que se puede” hacer resulta incompatible.

Que alguien ingrese en una residencia geriátrica no significa que su familia no se preocupe por él o ella. Saber hasta cuándo se puede cuidar «en familia» y cuándo, si llega el momento, hay que optar por el ingreso demuestra aprecio y responsabilidad.

Como decíamos, sólo el 5% de las personas mayores acabarán necesitando ingresar en una residencia. Las familias de ese 5% decidirán el ingreso demostrando que quieren y se preocupan por sus mayores.

La gente mayor no vive bien en las residencias

Muchas personas creen que las residencias son «lugares de abandono» donde no se cuida bien y a las que sólo se va si no se tiene más remedio.

La verdad es que el funcionamiento de las residencias ha cambiado mucho en los últimos años. Antes eran establecimientos asilares para pobres y desamparados que ofrecían poco más que la subsistencia de los ancianos. Hoy las residencias funcionan como una organización profesional de atención que tiene en cuenta las necesidades y deseos de los mayores.

La actividad de las residencias está muy reglamentada y supervisada por parte de las administraciones. Las normativas exigen unas condiciones arquitectónicas estrictas, unas exigencias de personal que pasa por la existencia de un equipo interdisciplinar y un sistema de trabajo basado en protocolos, registros y programas de atención.

Cuando ingresas en una residencia es para siempre

Aunque muchas personas ingresan en residencias sufriendo enfermedades o afecciones de las que no podrán recuperarse, pero que pueden mejorar su calidad de vida en un establecimiento residencial; muchas otras buscan una residencia después de una hospitalización repentina, ocasionada por una caída o un accidente cerebrovascular. En esos casos, los servicios de rehabilitación, terapia ocupacional y la atención especializada permiten en muchos casos la recuperación y el regreso al domicilio.

Si se consigue que las personas que necesitan una residencia no teman por cosas que no tienen fundamento podríamos conseguir que los que de verdad necesitan ingresar en una pudieran hacerlo viviendo la experiencia con la mayor normalidad posible.

Fuente: dependencia.info

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