Tres de los siete pueblos más pobres de España están en Badajoz, en un radio de 50 kilómetros, cerca de Portugal

Un paisaje de jornaleros, dehesas y corcho. Esta es la ‘road-movie’ de una España que gana menos que nadie.

En Badajoz existen tres localidades cerca de Portugal donde la inmensa mayoría de la población trabaja de jornalero; donde irse de vacaciones -cuando se puede- consiste en cogerse el coche hasta Huelva para bañarse y volver en el día; donde los ingresos se complementan adentrándose en las dehesas y cogiendo setas o leña o corcho podrido; donde los jóvenes de 20 años aparentan 35; y donde la estadística dice que la familia media tiene que pagar la vivienda, comer, desplazarse, vestirse, hacerse cargo de las facturas, disfrutar del ocio, educar, comprar medicamentos, no pasar frío, arreglarse la dentadura, cortarse el pelo y vivir, en definitiva, con una media de 29 euros al día.

Viajamos a Zahínos, a La Parra y a Higuera de Vargas, el triángulo de la pobreza en España. Una geometría de escaseces de 50 kilómetros a la redonda. Según las últimas estadísticas de la Agencia Tributaria, los tres están entre los siete municipios de más de mil habitantes más humildes del país.

Nada más alejado de un paisaje de western con arbustos rodando. Aquí ves una gasolinera, un colegio, un instituto, ves una guardería, una farmacia, ves un cajero, una decena de bares, ves una biblioteca y hasta una piscina… Pero en la secuencia del cinexín lo que falta es el dinero. En efecto, si la renta media española es de 25.852 euros, aquí es bastante menos de la mitad.

Lo que no explican los números lo explican las personas.

-Es por el modo de vida -dice Juan Estévez, peón forestal.

-¿El qué?

-Lo que ves. Aquí casi todo el mundo vive de echar peonadas en el campo. Como sus padres. Y como los padres de sus padres. Es como si estos pueblos, de alguna manera, fueran pueblos de otro tiempo. La mayoría vive de los 426 euros que dan durante seis meses por haber hecho 35 peonadas. Eso son siete euros al día al cabo del año, menos aún de lo que dicen las estadísticas. Y con eso no vives. Por eso la gente sale a rebuscar boletus, a por un carro de leña al monte, a por lo que sea que se pueda vender… Porque el campo no te factura.

Zahinos

Pobreza Extremadura

María Fernanda, en el centro, con María del Carmen y María José, en Zahínos.

Esta crónica comienza en Zahínos (2.890 habitantes; 10.577 euros declarados de renta per capita), en una zona cero, en una dehesa sacada de un libro de Delibes y en una paradoja espacial: el lugar más pobre del pueblo más pobre de España es una decena de viviendas de protección oficial llamada… Urbanización El Progreso.

-¿Se puede?

-Pasen.

Nos reciben un cerdo vietnamita llamado Pumba, una familia de cinco miembros que oficialmente vive con 396 euros al mes y una urgencia: para poder comer, hoy mismo, María Fernanda Valero le ha tenido que pedir un paquete de lentejas a la vecina.

(…)

En la urbanización más pobre del pueblo más pobre, el hogar más pobre no toca ni a 80 euros por barba al mes. Por eso llama tanto la atención que este párrafo acabe como acaba: «Aquí nosotros somos felices».

Es feliz María Fernanda Valero, que perdió un hijo. Es feliz su marido, Manuel Ardila, que ingresa la pensión de los 396 euros desde el accidente y no puede trabajar. Es feliz su hija, Desirée, que no para de fumar. Es feliz el yerno, José, que se fue y ha vuelto y tiene el brazo roto. Es feliz Aitana, la nieta de dos años. Y hasta parece feliz la perraShira, un staffordshire que mira al cerdo vietnamita como se mira a una cerveza helada en verano.

«Hacemos de todo porque el dinero no da… Limpiamos fincas quitando el corcho podrido, y ese corcho nos lo pagan luego a 15 céntimos el kilo en otro sitio. Vamos a setas y las vendemos baratas. A lo mejor te gastas 15 euros en gasolina, pero te traes 30… Y luego tienes que elegir, hijo mío… En vez de echarme tinte por tres euros, pues me dejo las canas y con ese dinero me compro aceite. En vez de estar 20 minutos en la ducha pues te estás tres y te lavas las partes más importantes y se acabó. Y luego, si no hay lomo, tocino como».

Hay algo en la dinámica vital de estas gentes y de estas tierras que recuerda a la familia Joad de Las uvas de la ira, el inmortal de Steinbeck: temporeros que se mueven buscando un jornal. Padres, madres e hijos, dependiendo de lo que diga el cielo y sobre todo la tierra. Yendo a trabajar unas semanas aquí y allá. Como en una carrera. Por jornales diarios que van de los 30 euros de la fruta a los 70 del corcho.

Cuando es septiembre u octubre familias enteras viajan a la zona de la Tierra de Barros a la aceituna. Cuando es agosto se desplazan a La Albuera a la vendimia. Para ir a hacer peonadas en los frutales hay que irse hasta Olivenza. En junio hay temporada de saca del corcho sin salir de Zahínos.

Todo campo se nota en la piel de la cara y en las manos. La mano derecha deGregorio Gallego, el alcalde del pueblo (PP), es como un odre hinchado de dedos. El tacto de la corteza de un roble. «Aquí no te vas a encontrar industria, ni un semillero de empresas, ni un polígono, ni gente dada de alta con sus dos pagas y sus vacaciones. Aquí la crisis se notó menos porque todo el mundo se dedicó siempre al campo y nunca al ladrillo. Con que una de esas empresas que se han ido de Cataluña se instalara aquí…».

El pueblo más pobre de España -nos sigue contando su historia María Fernanda- es también «el más solidario».

A María Fernanda le mataron al hijo cuando éste tenía 17 años. Víctor Manuel iba con la moto y un vecino sin carné se lo llevó por delante y se dio a la fuga. La fotografía del chaval está en el mueble del salón, que está abigarrado de cosas que no sirven para nada.

«No teníamos para pagar el entierro. Ni para la lápida. Y aquí se presentó todo el pueblo, gente sin ná… Que si toma esto, que si coge lo mío. Y hubo una mujer muy pobre muy pobre que me ofreció lo poco que tenía, todo, para dar sepultura a mi hijo. Esto es Zahínos también. Eso no lo hacéis en las ciudades».

(…)

El último día que José Larios -57 años y dos hijos mayores- estuvo trabajando como jornalero le pagaron cuatro pesetas –aquí se sigue hablando a veces en pesetas– por kilo de leña recogido. Desde entonces no ha vuelto a hacerlo.

-¿Y cómo es que no va?

Ir a trabajar para ganar 15 euros limpios no te compensa… De todos modos, yo, al tener más de 52 años, cobro igualmente el subsidio de 426 euros, aunque no haga las 35 peonadas.

Higuera de Vargas

Pobreza Extremadura

Rafael González, 65 años, en la localidad de La Parra.

Estamos en Higuera de Vargas (2.011 habitantes; 12.008 euros declarados de renta per capita), el séptimo pueblo más pobre de España. Un municipio bien equipado, a 15 minutos de Zahínos, rodeado de dehesas y explotaciones de corcho y donde hay un deambular ocioso por la plaza en día laborable como de The walking deadel 90% de las familias vive del campo y ahora no hay nada que recolectar.

Sí, son pobres, concede el primer edil. Sí, aquí no hay futuro para los jóvenes. Sí, le toca las narices que venga gente de fuera a decírselo. Sí, si a Juan Torvisco, alcalde de Higuera de Vargas (PSOE), le dieran a elegir mañana mismo haría una Declaración Unilateral de Independencia con relación a España y se iría de la mano con Portugal.

«¿Cuántos trabajos crees que genera aquí una explotación ganadera de 300 cerdos?», se pregunta. «Un empleo. ¿Cuántos puestos generaría poner aquí el matadero donde se ventilan esos cerdos, 30 empleos?… Estamos en la raya con Portugal y nos consideran portugueses. Somos la zona más olvidada de Badajoz, de Extremadura, de España y la Unión Europea«.

(…)

En Las uvas de la ira, Steinbeck escribió: «Suponte que tú ofreces un empleo y sólo hay un tío que quiera trabajar. Tienes que pagarle lo que pida. Supón que haya cien hombres interesados en el empleo, que tengan hijos y estén hambrientos. (…) ofréceles cinco centavos y se matarán unos a otros por el trabajo«.

En el triángulo de la pobreza de España, Juan Estévez suscribe exactamente lo mismo. Juan trabaja como peón en una explotación forestal que hace talas, sacas de corcho, podas o desbroces. Tú le sacas la economía sumergida y él te saca un aliento a ajo. «La última campaña del ajo se pagó a poco más de tres euros la hora de trabajo. Tres… Es supervivencia, no digas economía sumergida ni contabilidad en B. Aquí no hay un Luis Bárcenas, sino familias que necesitan comer. ¿Qué nos dan en Extremadura? No nos dan industria, no nos dan desarrollo empresarial. Nos dan una limosna, el subsidio agrario, que para mayor vergüenza sirve para comprar votos«.

Más de 400.000 hectáreas se dedican a la explotación del corcho en esta región (el 15% del total mundial). Pero aquí hay es complicado mantenerse a flote.

La Parra

Pobreza Extrtemadura

José Larios, jornalero con dos hijos, posa en una dehesa de Higuera de Vargas. 

Subimos a La Parra (1.364 habitantes; 11.528 euros declarados de renta per capita). Elcuarto lugar en la clasificación de los pueblos pobres. Sentado al pie de su puerta, en silencio, hay un hombre que recuerda al Azarías de Los santos inocentes.

Se llama Rafael González y no ha escuchado hablar en su vida de John Steinbeck. Ni de Twitter. Ni sabe quién es Forcadell. Vive solo en su casa. Al pie de una fuente de agua no potable.

-¿Y de beber nos daría?

-¿Agua?

-Agua.

-Uy -sonríe-, yo antes me tomaba 40 cuba-libres al día. Hasta que me dio el ictus.

A los ocho años guardaba ovejas. Hasta que se fue a la mili en 1973. Era la primera vez que salía del pueblo. Después del servicio militar se fue de albañil a Madrid. Cuando regresó al pueblo con 25 años, la sorpresa fue que no había sorpresa: aquí nada había cambiado. Luego empezó a beber. Tiene 65 años que parecen bastantes más.

«A veces viene la Cruz Roja cuando ha oscurecido. Y abastece a la gente con comida y cosas de lavar… Este es de los pueblos más pobres de España. Y también el más ladrón«, se atreve; los vecinos le miran; a ver qué vas a decir, Rafael. Y Rafael lo dice: «Los padres, cuando tienen necesidad de dar de comer a los hijos, van a los cebaderos y se llevan un gorrino».

(…)

En los municipios con dinero la mayoría de la gente te contesta que siempre: «siempre» que salen a comer van a un restaurante de moda; «siempre» les va todo perfecto; «siempre» alquilan ese apartamento en aquella remota cala de color azul turquesa. Aquí -en el triángulo de la pobreza, donde la renta per capita es bastante menos de la mitad que la media de España- la inmensa mayoría te responde que «nunca».

José Larios «nunca» va al bar a tomar nada con su mujer ni se permite fiesta.

José Larios «nunca» ha salido de Higuera de Vargas para irse de vacaciones.

-¿Nunca, José? Venga.

-Nunca… Bueno, una vez fui a ver al Atlético. No sé si eso es irse de vacaciones.

José Larios sólo vio el mar en una ocasión, hace mucho, un mar en sepia o en blanco y negro. De cuando hizo la mili en Melilla.

José Larios «nunca» tuvo otra furgoneta más que ésta: una Fiat Dobló de 20 añoscon un cuentakilómetros que se dio la vuelta.

José Larios «nunca» ha sido entrevistado por ningún medio. Como la mayoría de sus vecinos. Nunca.

Por eso -recién aparcada la furgoneta, al pie de esta encina, sin darse cuenta- el jornalero reivindica la palabra siempre.

«Yo siempre les dije a los hijos que para qué se iban a quedar aquí con su padre y con su madre. Siempre se lo dije. Sólo se vive una vez y aquí en estos pueblos te mueres de asco. Entonces voy un día y les suelto: ‘Iros, iros de aquí y no volváis’. Siempre me acuerdo de aquello. Y de que hice bien».

Fuente y fotografías: El Mundo.

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