Día de los Santos Inocentes
El Día de los Santos Inocentes es la conmemoración de un episodio hagiográfico del cristianismo: la matanza de los niños menores de dos años nacidos en Belén (Judea), ordenada por el rey Herodes I el Grande con el fin de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret.
La Iglesia católica recuerda este acontecimiento el 28 de diciembre, aunque de acuerdo con el Evangelio de Mateo, la matanza debió haber sucedido después de la visita de los magos de Oriente al rey Herodes I el Grande (uno o dos días después del 6 de enero).
El Día de los Santos Inocentes tiene una gran relación con la denominada “Fiesta de los locos” (término que no podría usarse hoy en día por las evidentes connotaciones despectivas hacia la enfermedad mental), que se efectuaba en Francia, entre la Navidad y el Año Nuevo. Incluía baile, música, comida, bebidas y disfraces, así como comportamientos un tanto subidos de tono.
El Día de los Inocentes acogió algunas de las cosas de esta fiesta, adaptándolas en jugar bromas, en medio de un ambiente festivo y más tranquilo. Entre la fiesta se decidió practicar algunas bromas, con la idea de engañar a alguien de manera inofensiva. Todo esto, con el objetivo de tomar a alguien como ingenuo, como los sabios de Oriente lo hicieron con Herodes al ya no regresar para decirle dónde estaba el Niño Jesús.
Tradición
En España e Hispanoamérica es costumbre realizar en esta fecha bromas de toda índole. Los medios de comunicación hacen bromas o tergiversan su contenido de tal modo que la información parezca real. Se trata de una libertad que se dan los agentes mediáticos para dar rienda suelta a su sentido del humor, oportunidad que solamente tienen una vez al año. Es tradición que los periódicos publiquen páginas enteras de noticias cómicas, con la advertencia de que es día de los inocentes, que van desde las que son una obvia mofa a cualquier suceso reciente, hasta las que parecen serias y engañan al lector desprevenido. El día de los inocentes se vive en todo el mundo hispanohablante.